A las 14:30 del 5 de agosto de 2010 se derrumbó la mina San José en la comuna de Caldera a 30 km al noroeste de la ciudad de Copiapó. 33 mineros quedaban atrapados a 720 metros de profundidad. Ese día se iniciaba la proeza que convirtió una tragedia en milagro.
Hace 20 días se cumplió una década de ese momento que con el correr de los días iba a atraer la atención de los ojos de todo el mundo. Aunque afortunadamente los mineros fueron rescatados sanos y salvos e incluso su historia se llevó a la pantalla grande, 10 años después la realidad algunos está lejos de ser una historia con final feliz.
Es el caso de Jorge Galleguillos, quien aún sufre las secuelas y el trauma que dejó el accidente: «Rara vez duermo más de tres horas por noche. A menudo me despierto gritando a las 4 de la mañana, pensando que estoy de vuelta en la mina sin esperanza de volver a ver a mis hijos», dice el hombre de 66 años en entrevista con Mirror.
Lee también: A 10 años del accidente de «Los 33»: «Nos han tratado súper mal»
«Recuerdo el dolor y la incertidumbre de estar encerrado y no tener idea de cuándo íbamos a salir. Había espacio para moverse en nuestro refugio, pero no había luz, poco aire y hacía calor, alrededor de 29 ° celsius, así que teníamos que cuidarnos unos a otros”», señala.
El ex minero señala que han recibido muy poca ayuda de las autoridades como también de la misma minería: «La gente piensa que somos millonarios, pero no es cierto», asegura al medio británico.
«Todo lo que me ha quedado son deudas y mala salud, pero la gente me detiene en la calle y me grita: ‘Hola, señor Big Boss’, como si fuera rico», agrega.
A pesar del trauma y las secuelas que le dejó estar encerrado a más de 700 metros de profundidad, Galleguillos mantiene recuerdos emocionantes de esos días de cautiverio: «Aún la tengo, junto con todas las cartas y regalos que recibí. La primera vez que escuché de mis hijos fue un momento de pura emoción», señala.
Sobre sus ex compañeros, Galleguillos confiesa que mantienen poca comunicación: “En la mina éramos como hermanos. Si viera a otro de los 33 lo saludaría, pero eso es todo”, dice.
Algo similar a lo expresado por Mario Sepúlveda, el más histriónico de los rescatados y que luego seguiría por un tiempo ligado al espectáculo y la televisión: «Con algunos nos llamamos, hay un tema de amistad. Pero nadie tiene la obligación de seguir viéndose. Hay algunos sentimientos encontrados con respecto a ese tema. Obviamente son compartidos por otros compañeros. Somos 33 personas, 33 historias distintas. Y a todos nos afectó», señaló en una entrevista hace algunas semanas.